lunes, 11 de abril de 2016

Los niños/as, desde muy temprana edad, nos muestran su interés por el mundo que creamos con el lenguaje: entregarse al sueño a través de una canción de cuna, disfrutar de las poesías, coplas y trabalenguas, pedir una y otra vez que se le lea el mismo cuento son solo ejemplos de esa necesidad que tenemos los seres humanos de jugar con la voz del otro que nos acoge al tiempo que nos arroja a lo nuevo.


 «La historia del lector, que comienza precozmente, cuando no es dueño todavía de la palabra (no digamos ya de la letra), es una historia sin fin. Ni se inicia en la alfabetización ni termina en tercer grado, ni en séptimo, ni en la universidad. La historia de un lector se confunde con su vida. Siempre se estará “aprendiendo a leer”. Y siempre quedarán lecturas por hacer, tapiz por tejer y destejer» Graciela Montes, La gran ocasión