Los niños/as, desde muy temprana edad, nos muestran su interés por el
mundo que creamos con el lenguaje: entregarse al sueño a través de una
canción de cuna, disfrutar de las poesías, coplas y trabalenguas, pedir
una y otra vez que se le lea el mismo cuento son solo ejemplos de esa
necesidad que tenemos los seres humanos de jugar con la voz del otro que
nos acoge al tiempo que nos arroja a lo nuevo.
«La historia del lector, que comienza precozmente, cuando no es dueño
todavía de la palabra (no digamos ya de la letra), es una historia sin
fin. Ni se inicia en la alfabetización ni termina en tercer grado, ni en
séptimo, ni en la universidad. La historia de un lector se confunde con
su vida. Siempre se estará “aprendiendo a leer”. Y siempre quedarán
lecturas por hacer, tapiz por tejer y destejer» Graciela Montes, La gran
ocasión